Tal y como comentamos en el artículo El metacrilato en la historia, tras la Segunda Guerra Mundial, el metacrilato adquirió una notable presencia en el sector de la industria y la aviación, siendo utilizado no solo con fines bélicos, sino también en el día a día. Una de las celebridades más influyentes de la década de los 50, precursora en el uso de este material dentro del mundo de la moda, fue Marilyn Monroe.
Esta Cenicienta del siglo pasado inició la actual moda de los zapatos transparentes, avanzándose casi siete décadas a una tendencia que cada vez va adquiriendo más adeptos.
Claro que la idea de llevar calzado transparente como el cristal viene de mucho antes. Los famosos zapatos de vidrio de la princesa de cuento han tratado de replicarse en numerosas ocasiones, probando de desafiar las leyes de la física sin demasiado éxito. Lo cierto es que, de haber existido, no habrían durado ni cinco segundos sin hacerse añicos en sus pies.
Sin embargo, la aparición del metacrilato en conjunción con el vinilo hizo posible la sustitución del quebradizo material.
Una cenicienta moderna con zapatos de metacrilato
Durante la última década, los zapatos de princesa han inundado alfombras rojas y photocalls, han adquirido gran notoriedad en redes sociales y cuentan ya incluso con su propio club de fans.
En 2015, la reina Letizia nos sorprendió con estos tacones en la comunión de su hija, y siguiendo al más puro estilo de Cenicienta, hemos visto desfilar a grandes personalidades internacionales en la actualidad, como es el caso de Meghan Markle o Kim Kardashian.
Infinidad de marcas de moda se han sumado a la tendencia del metacrilato, no solo en el calzado, sino en todo tipo de complementos para bolsos, pendientes, collares y outfits de fiesta. Y es que la transparencia de este material aporta un aspecto refinado que resalta en cualquier sitio, creando un look único, innovador e irónicamente futurista.
Un pedestal para nuestros pies que nos llega a través del tiempo, de la mano de Marilyn Monroe, una cenicienta moderna con zapatos de metacrilato, que vuelve para contagiarnos su fetichismo hacia lo transparente.
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